21/3/10

Floreciendo






''Tus labios no se hicieron para curar tristeza...''
Alfonsina Storni





Íbamos paseando bajo los pinos. Ramitas y piñas bajo nuestros pies nos servían para calentarnos en l’allar. Me vienen tantos recuerdos del verano pasado y canciones que traen calurosas nostalgias. Cuantas sonrisas registraron mis ojos en tu rostro, cuantos momentos vividos en tan poco tiempo. La vida nunca pasa en vano y nos va dejando bolitas de colores en el camino. Son para nosotros, para que las guardemos en nuestro cajón de la azotea, para que nunca se pierdan.

Hoy llega la primavera cargada de tibia lluvia, muchos la estábamos esperando. Se acabará el frío. Se acabarán los días azules en la alcoba naranja. Terminarán las gotitas saladas, los labios caídos, la mirada perdida. Pues con ese calor que llega quiero bañarme en tu profundo océano ocular.

No se si me entiendes. Quizás te sea difícil. Sólo el intento ya me basta. No necesito nada más. Estaba deseando que llegara este día. Quitarme los trapos, sentirme libre y tuya. Dejarte huella. Ver florecer mi jardín, pasear despacito de la mano y pensar que ya nada malo puede pasarme mientras vaya contigo.

Me gustaría que me entendieses. Nadie me había enseñado nunca a ser feliz.



7/3/10

Monochrome





Nunca es demasiado tarde para soñar con angelitos. Nunca somos lo suficientemente adultos para dejar de querer jugar con los juguetes de nuestra vida. Dentro de nosotros siempre estarán aquellos niños desaparecidos que vemos en fotografías monochrome.

El paso del tiempo nos obliga a cambiar de mentalidad, el cambio físico de nuestro cuerpo, el tamaño, el vello en lugares insospechados sin venir a cuento. El cambio de voz, el aumento de pecho, las enfermedades asociadas a la edad, los filamentos plateados que surgen entre la maraña de nuestro cabello.

Nacemos incapaces, dependientes, inofensivos e indefensos, débiles, delicados. Y volvemos a la infancia cuando entramos en la tercera edad. Volveremos a ser incapaces, dependientes, inofensivos e indefensos, débiles, delicados (y un poco más de renegones), para retornar de donde vinimos, de la nada. Al agujero negro, a las llamas. Al más allá, lo desconocido, la muerte que no es nada y que lo es todo. La eternidad.

La eternidad que serán nuestros rostros impresos sobre papel.