9/2/11

Nadie podrá con nosotros


ilustración de Danita Art






Caminaba junto a ti, paso a paso,
recorría la senda de tu mano, sin horarios.
Y el viento que rozaba tu pelo atado
te tapaba levemente esa mirada azulada.
No sabría definirlo bien,
pero ansiaba congelar el tiempo.

Tú, que ibas a mi ritmo, cachazudo y tímido,
sabías que morían dentro mío
unas ganas incompletas, inseguras de mi misma.
Pero no dijiste nada, callaste y giraste la cabeza:

- ¿Te gusta? - dijiste.
- Si, es precioso. Quiero volver. - respondí.
- Tienes frío?
- Un poco sólo, no es nada.

¡Qué lindo aceitunado de la fronda,
y ese cielo envolvente y despejado!
Acosados por el sosiego del paisaje
se nos hizo la hora de la vuelta.
Y el sol que aún brillaba iluminó una sonrisa
que jamás sentí tan tierna y suave.

Fue entonces cuando tus brazos florecieron
y sin palabra alguna me atrapaste,
te ceñiste a mi cuerpo,
fundiéndote en la desembocadura de mi cuello
y ya podían piar los pájaros,
soplar el viento,
caer las sombras,

porque ese enlace se hizo eterno
y nada, absolutamente nada
podría con nosotros.