3/7/12

Cenizas en el aire



El tronco, cortado en dos, parecía un moribundo que ansiara respirar. Aunque las dos mitades no estaban del todo separadas –la fuerza de las raíces y la solidez de la base las mantenían ligadas por debajo del suelo-, todo signo de vida estaba destruido: ya no fluía por ellas ni una gota de savia. Las inmensas ramas estaban muertas; las tormentas del próximo invierno les darían el golpe de gracia, derribándolas al suelo. Pese a todo, aún podía decirse que era un árbol; tal vez arruinado y muerto, pero su esencia seguía allí. 

"Hacéis bien en sosteneros una a otra –les dije, como si esos trozos de madera monstruosos fueran seres vivos y pudieran oírme-. Pese a vuestro aspecto herido, negro y derrotado, queda en vosotras algún signo de vida: os mantenéis unidas por las fieles y honestas raíces. Nunca volveréis a tener hojas verdes, los pájaros no anidarán de nuevo en vosotras ni entonarán melodías; el tiempo del  amor y el placer ha terminado, pero al menos no estáis solas: ambas compartís esa decadencia."



Jane Eyre, Charlotte Brontë


Fotografía de Dos aguas (Valencia) tras el incendio .