25/1/12

Desesperanza gris

Son en estos momentos en los que no tengo nada que decir cuando más ganas tengo de escribir. Escribir por escribir, por poder leer mis pensamientos expuestos de alguna forma, porque me paso todo el tiempo pensando y no sé qué hacer con ellos.

Pienso que hay días en los que no tengo ganas de hacer nada. La desesperanza se apodera de mí y viene a visitarme la melancolía. Me siento inútil sin un propósito, me siento vacía sin saber que va a ser de mí. De mí y de todos nosotros. De este país de gilipollas.

Llevo ya dos años sin trabajar y casi se me ha olvidado qué se sentía al hacerlo. A nadie le gusta madrugar para ir al trabajo pero a nadie, menos todavía, le gusta no tener ingresos. Estamos desesperados por encontrar laburo, nos ofrecemos a lo que sea, ya no nos importa arrastrarnos para limpiar la mierda del suelo. Necesitamos la pasta y la necesitamos ya.

Mientras los ricos se hacen más ricos y pagan menos impuestos que los currantes, los políticos nos piden más esfuerzos pero ellos no se bajan el sueldo. La crisis la estamos pagando y sufriendo nosotros, nos siguen tomando el pelo y nos dejamos. Es triste. Es vergonzoso. Es desesperanzador.

Tengo la sierra enfrente, los días que me levanto así necesito caminar, mantener la mente ocupada, respirar el aire fresco y puro de la naturaleza acompañada de mi manada; dos perras y mi camarada de risas y sueños. Él hace más fácil que se me pase la impotencia, sin él sí que estaría completamente perdida y desengañada de todo.

Por suerte hoy no es uno de esos días, todavía luce el sol sobre la vila, es Miércoles y tengo ganas de ver nevar este fin de semana. Todo será mejor que estar sola en casa sin nadie con quién hablar.