30/12/11
27/12/11

18/12/11
10/12/11
Navidades veraniegas
Hace cuatro años por estas mismas fechas vivía en Montevideo. Fue mi primera Navidad veraniega y montar el arbolito y el belén con camisa de tirantes se me hacía raro. Fue toda una experiencia de esas que piensas si volverás a repetir algún día, al igual que me pregunto muchas veces si volveré a pisar el paisito.
En Montevideo hay dos noches en las que el cielo nocturno se ilumina en cada distrito, Nochebuena y Nochevieja. Los vecinos salen a sus calles con gran cantidad de fuegos artificiales y pasadas las doce se dedican a darle rienda suelta a la mecha. Es un soberbio espectáculo, palmeras de luces y truenos asomando en los tejados de cada barriada.
En ese tiempo la gente aprovecha las vacaciones para irse a la playa. Navidades en la playa, ¡qué curioso era! En los supermercados vendían lo mismo que venden en los supermercados de España; gran surtido de panettones, turrones (algunos importados de España, precisamente), polvorones, mantecados… Y con ese calor estival, ¿a quién le apetecía comerse un polvorón?
En realidad, yo soy muy reacia a esas fiestas pero me encantaron las Navidades en Montevideo. Son tan parecidas como distintas a las de aquí. Parecidas porque las tradiciones son las mismas a pesar de la época del año y distintas porque los uruguayos hacen que lo sean. Vivir allí durante cuatro meses me bastó para conocer un poco más a sus habitantes. Gente muy honrada y humilde, tranquila y gentil.
Cada vez que pienso en Uruguay, pienso en lo que aprendí de cada sitio en el que estuve, de cada persona con la que hablé, de la peculiaridad de las calles y la rambla con la puesta de sol llena de personas tomando mate. Pienso con nostalgia y ganas de volver alguna vez, de visitar aquellos lugares que dejé pendientes, y volver a degustar las deliciosas margaritas con dulce de leche.
24/11/11
"Gracias a ti...
9/11/11
Mi palabra de hoy...
10/10/11
El barranco y su tren

17/9/11

6/6/11
La noche de Nochebuena
14/4/11
Escala musical

Dó
nde estabas entonces? Cuando solitaria y tullida cabalgaba por áridos terrenos y la estaca, aun sujeta al corazón, desgastaba el aire que mi pecho apuraba.
Re
conozco que no quiero callar sentimientos, que este temor se detenga, se arrodille ante mí la esperanza. Y proponme perversiones, ilusiones, sorpresas de media tarde que me encantan. Pues tú y yo noctámbulos siempre sobre la cama, embriagados de ron añejo yaceremos hasta mañana.
Mi
afable compañero de carcajadas, mi noche y mi día, mi escalera al cielo, mi jardín y mi flor, mi poeta y las palabras, mi madre y mi padre; mi otro Yo. Perturbado ser de las montañas, que osas penetrar en mis entrañas estremeciendo mi cuero milímetro a milímetro. Acurrúcate conmigo y no te aísles nunca. No lo hagas.
Fa
ltarán eternamente horas en nuestros días. Pasarán constantemente lentas las ausencias. Este hambre voraz de ti que me descontrola, que me atrapa y me despierta. Ya no soy yo la que habla ni la que llora. Ya se abrieron al paso las compuertas. Ya no es más invierno en esta alcoba. Diré esta vez que sí. Psicodélicamente sí, tajantemente sin duda.
Sol
ía pensar que todo era un fracaso. Nacer para sufrir, para plañir una vez por semana. Deprimirse en las esquinas, escribir siempre de condenas. Percibir a la muerte y dialogar con ella. Solía pensar que nada importaba mi vida, que el amor no entraba en mis planes y faltarían siempre las caricias. Si, solía pensar y pienso que eso, excusa del ser humano para procrear, no existía, y yo engañada persistía.
La
mento tras otro, saltaba por los escollos. El precipicio era un abismo negro y no se veía final. A sabiendas del riesgo que corría, saltar y saltar en pie me mantenía. No desistas, continúa. Madre, tú siempre acogiste mi pena, agarraste mi mano y no hubo caída. Suerte o resistencia. Hoy es hoy y las ganas siguen latiendo estridentes.
Si
nceramente, siempre sinceramente. Completamente llena. Caminito de tierra, piedritas que fui tirando. Tú las encontraste un día y seguiste mi rastro. Allí donde se amontonan los tejados, donde callejean los gatos, donde el café se sirve hirviendo y conocen tus pasos.
6/4/11
Amor que libera

Ya no soy la niña amarga
que tenía un mar de llanto
y alta ortiga por el alma.
Ya no soy la niña enferma
que al oír risas lloraba;
ya salí del solitario
bosque que me acorralaba.
Ahora soy la niña verde,
porque floreció mi calma.
Ya no soy la loca triste,
ya no soy la niña blanca,
nuevo amor ha traspasado
con el nardo de su lanza
mi corazón, que ahora tiene
un nombre de menta y ámbar.
¡Ay cuánta sonrisa noto
que trepa por mis espaldas!
¡Qué brillo tienen mis ojos
-viudos de siete mil lágrimas-!
La vida me sabe a verso
y los besos a manzana.
-El monte arregla sus pinos,
por las rocas el mar baila-.
El amor danza en mi pecho.
¡Ya me quiere! ¡Ya me aguarda!
Ya no soy la loca triste,
que al oír risas gritaba;
ahora soy la niña dulce,
ya no soy mujer amarga.
17/3/11
m'estimes?
Desapareixeran els besos, les paraules i les mirades, aquelles mirades despistades. Ja no hi haurà més frec pell a pell. I tantes coses.
Pot ser que si. Pot ser m’estic enganyant. Els meus laments s’han assecat i no em dóna la gana plorar més. Vaig escollir aquest camí i no serà per molt temps, però es meu. I ara qué… ¿com fer com si res? ¿amics? ¿Què és això? ¿Perdre els besos, les paraules, les mirades?
D’acord, no seré egoísta. Està bé, actuaré com a tal, com si mai haguerem dormit junts fins a trobar-nos, com si mai m’hagueres dit “m’estimes?”. Et miraré solament com això, anul.lant aquestes ganes que queden de tu.

9/2/11
Nadie podrá con nosotros

29/1/11
Inquietudes
23/1/11
Cine de autor
Historias cinematográficas en las que el final nunca es el esperado. Nuestra historia pudo ser el mejor guión de cualquier película de autor. A veces tuve ganas de escribir sobre ella, pero nunca encontraba las palabras correctas. Quizás hoy tampoco las encuentre y todo esto termine en la papelera, no sé ¿Cómo empezar a contar lo que para mi no esta del todo claro?
Siempre tuve la impresión de que no eras real, que serías un producto imperfecto de mi imaginación. Y, ciertamente, creo que fue eso lo que me volvió loca. Todavía hoy dudo que seas tú y no una imagen proyectada por mis frustraciones e ilusiones. Una diapositiva de mis deseos mayor guardados, el prototipo de hombre que te deja caramelos en el camino y, de repente, se esconde tras un matorral para encontrarte perdida en la inmensidad del bosque. Perdida. Así me hallé cuando te fuiste.
Éramos tan jóvenes, contaríamos quince años por aquel entonces. No sé si fue casualidad o una causalidad del destino, pero llegaste a mi vida una noche de viernes de aquel año. Baja en defensas, con el corazón malherido, falta de cariño… no sé como me encontraste pero me sentí tuya en el primer momento en que te vi. Tus miradas escurridizas se clavaban en mi retina y de ningún modo pude sacarlas de ahí. La cerveza hizo el resto y me enamoré de ti.
Así fue. Llegaron los poemas, los sentimientos, el amor no correspondido… o que yo creía no corresponderse con el mío. Las lágrimas, la desesperanza, el desconsuelo de una adolescente que ha vuelto a caer en ese lazo del que luego nunca podemos escapar, hasta el día que la parca nos haga la visita. Lo que no sé bien es cómo perdí tu rastro. Un día desapareciste y no supe nada más de ti. Bye, bye my dear. Adieu, mon amour…
¿Cuántos fueron? Cinco años los que transcurrieron hasta que regresaste. Hasta que volviste a formar parte de mi vida. Cinco años en los que creí haberte olvidado, en los que cada uno tuvo sus historias y creímos habernos olvidado. No fue real. No fue cierto. Jamás me había podido olvidar de ti. ¿Cómo? A este tipo de amores nunca se les llega a olvidar. Y te juro que en absoluto podría haber tan sólo imaginado lo que después iba a suceder.
Quisiste demostrarme que las ganas son capaces de guardarse en un rincón de nuestro cuerpo y mantenerse vivas con el paso de los años. Que si uno quiere y pretende algo firmemente, es capaz de conservarlo cálidamente durante el tiempo que fuese necesario. Y que si esto nunca hubiera ocurrido, probablemente hubieran seguido ahí escondidas esas marcas.
¿Realmente fui tuya? ¿O me sentí tuya? ¿Fuiste mío o me pareció? Me lo pregunté en aquel entonces pero desistí de cuestionarme más inútilmente. A ti nunca había que preguntarte nada, tú eres un ave solitaria, siempre sumergido en el inframundo. Y te volví a perder. Con la más bonita e insólita de las despedidas. De esta manera desapareciste de nuevo de mis días, de mis sueños, de mis manos, pero nunca y jamás de mi recuerdo.
Tiempo de silencio, años de incertidumbre, de idas y venidas. Te encontré en dónde temía volver a encontrarte. Pero ya nada era lo mismo, las cosas habían cambiado. O eso creía yo. Nunca supe por donde cogerte, nunca supe como hablar contigo, como expresarme, por no asustarte y volver a extraviarte. Pero no brotaban las palabras entre nosotros. El abismo era más pequeño incluso que nuestras conversaciones, que ni siquiera existían. Y sin más te me escabulles nuevamente. Qué manera de enloquecerme, de herirme, de no saber lo que querías, de no demostrarme nada de lo que un día dijiste. Pues bien, ahí te quedas, donde tú elijas quedarte. En tu sitio, en tu guarida, protegiéndote de mi y de todos. No iba a ser yo la que te suplicara. Querías borrarme de tú vida o intentarlo y no lo conseguías.
Y mira como serán las cosas para que posteriormente a tus ausencias vuelva a toparme contigo otra noche de viernes. Quizá a la misma hora aunque no en el mismo sitio. Y resulte ese pedazo de mí siendo tuyo, como siempre lo ha sido.
18/1/11
No queremos ser como los demás
Disconforme con la sociedad, con la mentalidad genérica que nos rodea.
Cada persona es un mundo y aunque muchos parezcan reproducciones idénticas de otros, siempre hay cosas que nos hacen únicos. Yo realmente no se que es estar cuerdo o estar loco. Creo que todos tenemos nuestro punto demente en algunos aspectos, unos más que otros.
Los que somos meditativos, imaginativos, que a veces se nos va la mollera volando a otros sitios y nos dejamos llevar, acostumbramos a considerar asuntos como estos. Nos hacemos miles de preguntas, nos cuestionamos por qué nos sentimos opuestos a los demás, si es que seremos especiales o es que el resto del mundo esta desequilibrado. Como si al no querer ser como el rebaño fuéramos bichos raros o es que algo nos falla.
Yo prefiero hallarme así, a advertir que hago exactamente lo que todos, como una máquina programada, sin eximir mis instintos, mis ganas, mis sueños, mis ideas... no estar cortado por un mismo patrón, ser uno mismo, prescindir de modas pasajeras, sociedades absurdas o típicos tópicos.
Y sobretodo, no abdicar nunca a tus principios.
10/1/11
Verbo sentir
